La cara y la cruz de una misma moneda...

Siempre que leo o pienso en el tema libertad, sea del carácter que sea, siempre me viene una frase a la mente y, con la libertad de expresión, en este caso, no ha sido para menos porque engloba algo que creo que muchas veces el ser humano olvida y es el respeto hacia los demás.

“Tu libertad termina donde empieza la mía”

Creo que no todo vale y que cuando se habla de la libertad de expresión no sólo se habla de un derecho, sino también de un deber, de una responsabilidad de la que tiene que ser muy consciente quien hace uso de ella. No sólo estamos para decir algo y ampararnos en que tras eso hay un derecho universal, estamos para decir algo y saber que esas palabras, por pocas que sean, tendrán, posiblemente, una consecuencia.

Hemos visto como en los últimos meses se ha cortado la libertad de expresión o ha tenido represalias para los que la manifestaban. No puedo olvidar cómo se ha querido impedir votar en las urnas a profesores que llevaban camisetas de la denominada #mareaverde. ¿Dónde está la libertad de estos profesores? ¿Ellos no pueden llevar esas camisetas porque se supone que es hacer propaganda política pero una señora sí puede decir mentiras sobre las horas que trabajan y no pasa nada? ¿Dónde queda el respeto mutuo?

Y, sin irnos a los grandes problemas de la humanidad sobre la libertad de expresión. ¿Por qué no nos vamos a la prensa rosa? (incluyo aquí también programas de televisión con dudoso gusto para hacer reportajes o entrevistas) Esta es un arma de doble filo. La prensa se ampara en la libertad de expresión para publicar lo que quiere o para llevar a un plató a personajes de distinta calaña. Los famosos se quejan cuando ven invadida su intimidad pero ¿se merecen ese respeto tan extremo esos famosos que en algún momento de su vida han comerciado con esa intimidad? Esos famosos que, llegado un punto no admiten que sea violada porque ya no les pagan lo que quieren y ahora “no me da la gana que saquéis lo que ya conocéis de mí y que yo mism@ vendí en su día”. A mí me parece una incoherencia total. Si ya has vendido algo no puedes pedir que luego se te respete tan al límite.

Y sí, quizás esto se contradiga cuando hablo de que la libertad de expresión lleva implícito un respeto, pero ya dije que hay una delgada línea que se traspasa sin darse uno cuenta. Creo que muchas veces no nos paramos a pensar mucho en los derechos de los demás y nos saltamos a la torera el respeto y la tolerancia.  Y es por eso que hay figuras “superiores” que toman el deber de administrar esta justicia que como humanos no sabemos, no podemos o no queremos administrar, porque para cada uno la libertad de uno mismo gana por peso propio y muchas veces olvidamos que el de al lado puede tener (y tiene) la misma razón que nosotros. Pero bueno, tampoco es que esta figura de poder (jueces y demás) tengan siempre la razón, así que… ¿dónde encontramos lo que es justo y no es justo? ¿O lo que vulnera y no vulnera la libertad de expresión?

Y es que la RAE define libertad como la facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos. Y es en el hombre en el que queda hacer buen o mal uso de esa libertad y creo que para cada persona ese “buen” o ese “mal” es demasiado diferente y subjetivo.

Este es un tema que nos llevaría mucho tiempo debatir, quizás con un café (o varios) delante sería mucho más fructífero, pero espero que se entienda lo que quiero decir. Y sino… os animo a que vengáis, me invitéis a un café (al segundo invito yo) y lo debatimos largo y tendido ^^