La cara y la cruz de una misma moneda...
Un caballo difícil de doblegar
Espero, sinceramente, que esta carta sea leída por alguien, quien sea. Aunque, con todo lo que me están haciendo debo suponer que este texto será aplacado y mi voz silenciada; pero yo aún guardo la esperanza de que, tarde o temprano, mis ataduras acabarán cediendo.
Cuando miro través de la ventana, los barrotes solo me dejan ver un paisaje a trozos. No tengo permitido ver ni el amanecer ni observar las estrellas, no puedo vislumbrar las montañas por culpa de este maldito edificio y, por mucho que grite, no consigo crear eco. Es como si, de repente, me hubiese quedado muda y ciega, ya no tengo voz, ya no puedo observar la realidad. Pero, por suerte, aún puedo desvanecerme en mi misma y recordar… recordar tiempo felices en los que podía hablar, podía sentir, podía opinar… en definitiva, podía vivir.
Dicen que la sabiduría no da la felicidad; sino todo lo contrario, son más felices aquellos que no saben, que no se preocupan por saber, dado que su única preocupación es llenarse el estómago. Yo digo que mucho más doloroso es cuando sabes pero no te permiten saber, cuando te obligan a rendirte ante la ingenuidad popular, a rendirte ante una falsa felicidad. Y eso me da asco, me asquea someterme a unos ideales tan banales que no consiguen comprenderme, que ni se molestan en escucharme, que me ahogan, que me dejan sin voz de tanto gritarles lo que soy. No puedo, no puedo entregarme a unas costumbres que aborrecen al ser humano, que atentan ante su inteligencia y que no buscan otra cosa que doblegarlo obligándole a estar en una falsa harmonía con el principal y único propósito de sacar provecho de su ingenuidad.
Según ellos debería renunciar a mi voz para entregar mi alma a una fe estúpida; que sólo espera de mi que sea madre y esposa, una mujer callada, paciente y totalmente sumisa. ¡Y no quiero! Yo quiero hablar, quiero opinar, quiero discutir con los señores frailes, decirles que no pueden hablar en nombre de ninguna divinidad, que no pueden apedrear a una mujer por el simple hecho de haber sido víctima de una violación. ¡No, no y no! Ya a esto digo no.
Me da igual lo que me hagáis. Podéis encerrarme, amenazarme o torturarme, pero jamás conseguiréis hacerme cambiar de opinión. Podréis silenciar mi voz, pero no podéis, ni tenéis derecho, a controlar mis pensamientos.
Siempre fiel a mi misma,
Taty
Se empieza por el principio
Desde mis quince años, compagino mi vida con una querida enfermedad llamada esclerosis múltiple, es por ello que inicie en la red un videoblog y desde entonces me defino como una persona sincera, que puede hablar de cualquier cosa, transmitiendo todo desde la profundidad y el amor que muestran mis ojos. Aunque vosotros eso no lo vais a ver, pero también he aprendido a escribir todo lo que percibo con mis cinco sentidos en forma de "relatos" o vivencias mejor dicho.
Los sábados os voy a transmitir mis pensamientos con esa pequeña filosofía que tanto me gusta dar cuando cuento o explico las cosas. Opinaré sobre actualidad e incluso desvariaré con todxs vosotrxs.
Ah por cierto, una cosa que debeis saber de mi, es que no me gusta hacer post largos, a veces he de reconocer que me excedo, pero por lo general no es lo que más me gusta.
Sin mucho que más contar sobre mi porque ante todo quiero que me vayais conociendo poco a poco y que de ese modo vayáis viendo como soy realmente, me despido.
¡Hasta la semana que viene!
Asustada y decidida, una especie en extinción tan real como la vida.
El hombre XD
Pedirle a alguien que vive –que escribe– en otro mundo, a alguien que tiene como fieles compañeros una pluma y un tintero, a alguien quien sus personajes son sus mejores confesores; en definitiva, pedirle a un escritor que se describa a sí mismo es una tarea difícil. Me siento abrumada, cual escritor primerizo, ante una hoja en blanco. ¿Qué debo decir? Un simple “Hola, me suelen llamar Taty, tengo 19 años y vivo en Barcelona. Estudio Filología Hispánica y, la mayor parte de mi tiempo, la dedico a escribir” me parece poca cosa. Algo así solo describe quién soy y no cómo soy.
¿Cómo soy? ¿Es que acaso yo misma me conozco? ¿Acaso puedo dar una descripción clara, objetiva y sensata de mi carácter? No, no puedo. Soy alguien demasiado ambiguo, demasiado pintoresco. No puede describirme porque no tengo claro cómo soy, o tal vez sea porque aún no existen palabras capaces de definirme. Soy todo y nada a la vez. Soy generosa y avara, soy simpática y antipática, soy sociable y, a la vez, solitaria. Lo único que tengo claro es que soy una persona empática, es por ello por lo que comparto un íntimo vínculo con mis personajes, que no son más que parte de mi misma, de mi ser. Cuando a uno de mis personajes le hieren, le traicionan o lo abandonan, el dolor lo siento yo. Del mismo modo, cuando un personaje muere, se desvanece con él un pedacito de mi alma. No sólo eso, sino que, además, cada uno de mis personajes encarnan y, por lo tanto, definen un aspecto de mi misma; dado que ellos soy yo. Todos. Tanto la heroína que salva el mundo como el terrible malvado que desea aniquilar la humanidad. Todos los personajes de mis historias están dentro de mi, al igual que yo estoy dentro de ellos.
Si aún sigues interesado en conocerme, querido lector, te invito a viajar junto a mi, junto a mis personajes e historias – ya que ellos me conocen incluso mejor que yo misma –, cada Martes hacia un mundo ficticio con el único y principal objetivo de conocernos: tu a mi, y yo a ti, usando como vehículo la literatura, nuestra literatura; tuya y mía.
Taty
Soy realista, así que los lunes os vais a dar de bruces con la jodida realidad, aunque os joda (sí, me encanta la palabra “joder” y todos sus derivados como jodida, joda, jodienda, jodiendo…). Pero os diré una cosa, los sueños no existirían si la realidad no estuviese patente día a día. Así que mi intento por ser realista os va a hacer soñar, porque seguramente hay algo mejor que esto y vuestra mente intentará incansablemente encontrarlo.