Ares se encontraba junto a Afrodita, dos dioses contrarios,
pero con una atracción entre sí inminente. Ares, poderoso, siempre con su
coraza, escudo, lanza, espada y casco, dios de la guerra y Afrodita, dulce,
sensual, celosa, diosa del amor. Se encontraban furtivamente en los rincones
más ocultos del Olimpo sin ser conscientes de que esos encuentros, cambiarían
el mundo de los mortales.
Muchísimos metros debajo de ellos se encontraba Ana, no era
ninguna diosa, y últimamente había estado demostrando que santa tampoco. Era
una chica normal y corriente, no destacaba especialmente por su físico, pero
tenía una personalidad arrolladora. A su lado tenía a Carlos, un mujeriego, un
espectacular atleta, un “sin compromiso” y del que se había quedado prendada
desde que lo vio. Y a algunos kilómetros de ellos se encontraba Luis, era el
tipo de persona que todos definían como “el buenazo”. Vivía enamorado de Ana,
estaba dispuesto a darlo todo por ella, era el amor de su vida. Solo que
desconocía que las aspiraciones de su novia no se reducían únicamente a él. De
eso era consciente Claudia, la mejor amiga de Ana, y la que estaba locamente
enamorada de Luis. Todos ellos formaban un círculo vicioso, que se había
originado por evitar la guerra. Ana no podía confesarle a Luis lo que sentía
por miedo a perder lo que había conseguido, Carlos no podía confesarle a Ana
que lo único que le ponía de ella era que tenía pareja, y Claudia…Claudia no
podía confesarle a Luis que estaba enamorada de él, porque no podía hacerle eso
a su mejor amiga.
Era difícil encontrar un único perdedor en toda esa
historia, era difícil mantener la paz durante mucho tiempo más. Así que lo que
era evidente que pasase, pasó. Un día Luis volvió de tomar un café con Claudia,
la cual le había confesado sus sentimientos, y encontró a Ana en la cama con
Carlos, el cual le había dicho a esta segundos antes que no podrían volver a
verse, ya que Ana le había confesado que se estaba enamorando de él y que iba a
dejar a Luis. La cara de todos fue épica: Claudia sentía que la había cagado,
Carlos quería salir de allí cuanto antes, Ana después de taparse con la sábana,
sintió también que la había cagado y Luis…Luis cayó redondo al suelo.
Varios meses después, Luis se encontraba en su apartamento
solo, despeinado, descuidado, y sin ánimo de nada más que de dormir. Claudia no
había día que no llorase, maldiciendo haber perdido al hombre de su vida y, por
consiguiente, a su mejor amiga. Ana llamaba cada día a Carlos, y cada día le
saltaba el contestador. Y Carlos…Carlos siguió yendo de cama en cama y de mujer
en mujer.
-
¿Te das cuenta, Ares? – observaba Afrodita – por
tu culpa tres personas han perdido el rumbo de sus vidas…
-
Afrodita, querida, tú también tienes la culpa –
hizo una pausa – tú eres la que le has dado fuerza e impulso para confesar lo
que sentían, esa fuerza imparable que les hace creer que todo va a salir como
esperan.
-
Pero si no hubiesen discutido, si no hubiesen
pasado por alto el respeto…si hubiesen pensado en los demás y no en sí mismos…
- le miró con rencor – eso es culpa tuya Ares, tú creas todo eso…
-
Míranos a nosotros, tú diosa del amor, yo dios
de la guerra…y sin embargo no podemos estar el uno sin el otro, cuando hay amor
es inevitable que haya guerra, porque por amor se lucha, por amor se sufre, por
amor se vuelve uno posesivo y celoso…
-
¿Y crees que todo eso merece la pena?
-
Creo que sin ti, los mortales no le encontrarían
sentido a la vida. – suspiró - Y ahora… ¿crees que yo les merezco la pena?
-
Ares, creo que sin ti, los mortales no
apreciarían tanto lo bueno que la vida les puede llegar a ofrecer, porque no podrían comparar estar bien con estar mal, o tener amor con desamor, y eso, querido, es la lección más valiosa que van a aprender a lo largo de sus vidas.
"El amor es un juego en el que ambos jugadores pueden ganar o perder".
{Mónica}
Es verdad, sin algo malo no podemos apreciar lo bueno. Como decía una frase de una canción de Manu Tenorio... "Si tú me odias quedaré yo convencido de que me amaste...". Lo que vengo a decir, que está claro que sin una cosa no existe la otra, aunque a veces por jugar al amor puedes perder todo, pero, por contraposición, por jugar y luchar también puedes ganarlo todo... quién sabe, no? Quién no arriesga no gana... pero por arriesgar también puedes perder...
Ying-yang, cara o cruz... como quieras verlo xD
Me explico, no? xD
Muaaa churri!!!
PD: Gracias a Xena les he puesto rostros a Ares y a Afrodita, no sé porqué me vinieron instantaneamente a la cabeza =p
Me ha encantado este texto, aunque no estoy de acuerdo en que el amor conlleva celos y posesión. Pero me ha encantado la intervención divina de Ares y Afrodita.
Nos vemos! ^^